La columna de Andrés Salas
Cuernavaca, Morelos; 11 de noviembre 2024 – La llegada de Miguel Ángel Urrutia Lozano a la Secretaría de Seguridad Pública de Morelos ha generado expectativas sobre un cambio de rumbo en la estrategia de combate a la violencia que ha azotado a la entidad durante años. Con un historial en el tema y el respaldo de la gobernadora Margarita González Saravia, Urrutia Lozano ha emprendido una serie de acciones para enfrentar los desafíos en materia de seguridad.
Una de las primeras acciones del nuevo secretario ha sido la reestructuración de las fuerzas policiales, con el objetivo de depurar las corporaciones y fortalecer la confianza ciudadana. Además, se han implementado operativos coordinados con autoridades federales y municipales para combatir el crimen organizado. Los resultados preliminares de estas acciones se han visto reflejados en una disminución de los índices delictivos en algunas regiones del estado.
Particularmente relevante ha sido la intervención en los centros penitenciarios, donde se han detectado y decomisado armas, drogas y teléfonos celulares, elementos que facilitaban las actividades ilícitas desde el interior de los penales. Estas acciones han generado molestia entre los grupos criminales, lo que podría explicar el incremento en algunos delitos en las últimas semanas.
Si bien los primeros resultados son alentadores, es importante evaluar de manera crítica las acciones implementadas por Urrutia Lozano. Es necesario analizar si las estrategias utilizadas son sostenibles en el tiempo y si están logrando atacar las raíces del problema. Asimismo, es fundamental contar con datos estadísticos precisos y transparentes sobre la evolución de los índices delictivos para evaluar el verdadero impacto de las nuevas políticas de seguridad.
El nuevo secretario de seguridad enfrenta una serie de desafíos importantes, entre los que destacan la corrupción al interior de las instituciones policiales, la presencia de grupos criminales fuertemente arraigados y la falta de recursos. Para superar estos obstáculos, será necesario fortalecer la coordinación interinstitucional, invertir en tecnología y capacitación policial, así como promover la participación ciudadana.
A largo plazo, es fundamental abordar las causas estructurales de la violencia, como la desigualdad, la pobreza y la falta de oportunidades.
Solo a través de una estrategia integral que combine acciones de seguridad pública con políticas sociales se podrá lograr una reducción sostenida de los índices delictivos y garantizar la paz y tranquilidad de los morelenses.
La llegada de Miguel Ángel Urrutia Lozano a la Secretaría de Seguridad Pública de Morelos representa una oportunidad para cambiar el rumbo de la lucha contra la inseguridad en la entidad. Sin embargo, es importante reconocer que se trata de un proceso complejo y que los resultados no se verán de la noche a la mañana. La ciudadanía debe ser paciente y exigir a las autoridades que rindan cuentas de sus acciones. Ya lo decía mi abuelita: «La ocasión, la pintan calva» Hasta la próxima columna.