La columna de Andrés Salas
El transporte público en Morelos enfrenta serias dificultades, y es un tema que afecta a miles de personas en su vida diaria. Las combis y autobuses urbanos, que deberían ser una opción accesible y eficiente para la movilidad, se encuentran en condiciones lamentables.
Permítame analizar algunos de los problemas más apremiantes:
Las combis y autobuses presentan un evidente desgaste. Los asientos están rotos, los vehículos sucios y, en ocasiones, ni siquiera tienen cristales, sustituyéndolos por plásticos. Esto genera un calor insoportable en el interior de las unidades.
A diario, los vehículos del transporte público se descomponen en la ciudad. Los concesionarios, en lugar de realizar reparaciones adecuadas, optan por soluciones temporales que apenas les permiten funcionar. Esto afecta la seguridad y comodidad de los pasajeros.
A pesar de las condiciones precarias, los transportistas insisten en solicitar un aumento en la tarifa. Sin embargo, la administración de Cuauhtémoc Blanco ha rechazado esta propuesta. La ciudadanía debe organizarse y resistir cualquier incremento si no se garantiza un servicio digno y de calidad.
Si los transportistas persisten en su petición, es probable que surja un frente ciudadano liderado por estudiantes, sindicatos y amas de casa. Este grupo se opondrá al abuso de los transportistas, quienes parecen preocupados únicamente por su propio beneficio.
Es urgente que se mejore el transporte público en Morelos. Las unidades deben renovarse, y cualquier aumento en la tarifa debe ir acompañado de mejoras sustanciales. La ciudadanía merece un servicio eficiente y seguro, sin que su bolsillo sea afectado injustamente. Hoy, los concesionarios aseguran que el transporte público no es un negocio, pero yo les preguntaría ¿Entonces por que no se dedican a otra cosa? En fin, hasta la próxima queridos lectores.