La columna de Andrés Salas
Sin duda alguna, la violencia, el cobro de piso y las balaceras, se han apoderado de esta ciudad y de otros municipios en el oriente del Estado y lejos de aminorarse, se agudizan más los ataques armados y la presión que se da a los negocios y propietarios de estos, a cambio que otorguen cierta cantidad a tales o cuales personas.
Primero se acabó la vida nocturna, arrasaron con bares y antros establecidos principalmente en la avenida Insurgentes y otros del Centro de la Ciudad. Las amenazas, cobro de piso, balaceras y asesinatos los extinguieron y quienes hoy continúan operando, abren con el miedo y la sosobra de lo que les puede pasar.
Continuaron con los transportistas, restaurantes y tiendas «grandes», solo en la base de la ruta 11 se registraron 3 hechos violentos. El silencio comenzó a invadir la ciudad, los ataques dejaron de ser entre integrantes de presuntas bandas criminales y comenzaron a lesionar y hasta matar a quienes no quisieron pagar «piso».
Carnicerias, fruterias y verdulerías, fueron las que siguieron en la lista, nadie imaginó que su negocito tuviera en algún momento que pagar no solo los impuestos municipales, sino también ahora compartir sus pequeñas ganancias con un nuevo poder, con mayor organización y con cobradores especializados en gente difícil.
Las tortillerías fue la gota qué derramó el vaso de agua, ayer dos de ellas fueron atacadas a balazos en Cuautla, en tanto una más fue incendiada en Ayala. El propietario de las tortillerias de esta ciudad decidió salir y cerrar las calles, la desesperación, miedo y enojo, hicieron qué este levantara la voz y exigiera a las autoridades que alguien hiciera algo ya.
La autoridad municipal le echa la culpa al estado, el estado culpa al municipio. La policía en Cuautla no detiene en flagrancia y cuando lo hace, la fiscalía los libera o no integra correctamente la carpeta y hace que el Juez deseche los cargos. Ninguna, absolutamente ninguna autoridad hace su trabajo.
Por su parte, autoridades federales anuncian constantemente la llegada de elementos del Ejército y la Marina a Morelos, dos días permanecen en la ciudad, simulan realizar operativos y a las 48 horas se van, dejando a la Heroica e Histórica en el abandono.
Hoy, existe pánico, temor, miedo e incertidumbre ciudadana, nadie sabe que pasará mañana con su negocio, Cuautla ha vivido por años del comercio y si esto continúa así, muy pronto se convertirá en una ciudad fantasma. Por ello, los gobernantes o se ponen a chambear o se olvidan de gobernar. Ya lo decía mi abuelita: «Quien destruye a quien trabaja, merece pronta mortaja». Hasta la próxima.