La Columna de Andrés Salas
Jonathan Márquez, líder estatal del PRI en Morelos, ha tejido una trama de oportunismo y artimañas políticas que merece un escrutinio implacable. Su designación como diputado plurinominal no solo es cuestionable, sino también reveladora de su verdadera agenda.
El Atajo Cómodo: Márquez optó por la vía de la Representación Proporcional, evitando la incómoda tarea de competir en territorio. Sin campaña, sin esfuerzo, se aseguró una curul. ¿Qué mensaje envía esto a los ciudadanos? ¿Que la política es un juego de tronos donde las reglas se doblan a conveniencia?
La Paridad en el Abismo: Su impugnación ante el Tribunal Electoral del Estado de Morelos (TEEM) es fue intento desesperado por justificar su ambición. Alegó que busca una “mejor representación paritaria de las mujeres”. Pero, ¿quién se traga esa falacia? La realidad es que su jugada buscaba desplazar a su compañera Gonzala Eleonor Martínez Gómez, ignorando la paridad de género.
El Indígena Pseudo: No contento con su artimaña, Márquez se presentó como candidato a diputado indígena plurinominal. Morena lo impugnó, señalando que no forma parte de esta comunidad. ¿Qué sigue? ¿Reclamará ser astronauta para obtener una curul espacial?
Jonathan Márquez encarna la política maquiavélica, donde el fin justifica los medios. Su paso por el Congreso local, será vigilado con lupa. Que quede claro: no representa al pueblo, sino a su propia ambición. Ya lo decía mi abuelita: «Este ojete le pone mucha crema a sus tacos qué ya hasta los batió». Hasta la próxima apreciados lectores.