*A un año del momento que cambió mi vida…
Por Andrés Salas
Cuautla, Morelos 12 de febrero 2025 – Eran pasadas las 7 de la noche del lunes 12 de febrero de 2024. La oscuridad iniciaba a envolver las calles de Cuautla, Morelos; terminaba de cubrir una misa organizada por el ex alcalde, Raúl Tadeo Nava; evento, convocado para promover un mensaje de paz en medio de las campañas políticas, se convertiría en el escenario de un violento ataque que me dejaría marcado para siempre.
La celebración eucarística había concluido, pedí a mi hermano y mi chofer que se adelantaran a mi casa para poder iniciar la producción del video que habíamos tomado. Yo esperaría realizar algunas entrevistas a políticos que se encontraban en el sitio. Pasaron apenas unos segundos en que mi equipo se había salido cuando escuche varias detonaciones de arma de fuego.
Mi instinto como reportero fue salir de inmediato, nunca me imaginé que se trataría de un ataque contra nosotros. Me asomé y vi como dos sujetos subían rápidamente a una motocicleta, buscaban huir del sitio, uno de ellos, llevaba una pistola en la mano. En un instante, la tranquilidad se rompió y el miedo se apoderó de mí.
Las balas impactaron en la camioneta, hiriendo a mi chofer y a mi hermano que me acompañaba. En medio del caos y la confusión, logré salir ileso, pero la escena que presencié fue desgarradora. Mi chofer, gravemente herido, yacía en el asiento, mientras que mi hermano, también herido, pedía auxilio. La sangre y el olor a pólvora inundaban el ambiente.
A pesar del terror que sentía, logré mantener la calma y llamar a las autoridades. Las ambulancias llegaron rápidamente, aunque el tiempo para mi fue eterno; trasladaron a los heridos a un hospital cercano. Apenas unos minutos después, fui informado que mi chofer y amigo, había perdido la vida.
La noticia del atentado se propagó como un reguero de pólvora en la ciudad. Amigos, familiares, colegas periodistas, políticos y autoridades de los tres niveles de gobierno me contactaron para expresarme su apoyo y solidaridad. En medio de la conmoción, dos preguntas resonaban en mi cabeza: ¿Por qué me atacaron? ¿Quiénes fueron los autores intelectuales y materiales de este atentado?
Las autoridades iniciaron una investigación para esclarecer los hechos y dar con los responsables. Dos días después, fueron detenidos 11 personas, entre ellos diez hombres y una mujer, todos, estaban involucrados en el ataque. La orden que recibieron, fue quitarme la vida. Pero Dios, decidió que ese no debía ser mi final.
Apenas 36 horas después del ataque, el mecanismo federal de protección a periodistas decidió sacarme del país. Durante primeros meses, los días y las noches pasaban lento; no dejaba de pensar en la escena, pero sobre todo en qué sería de mí y de trabajo que tanto me apasiona.
De la investigación, poco le puedo contar, pues es ahora la Fiscalía General de la República quien trabaja en el caso, sin embargo, no he dejado pasar un solo minuto en darle el seguimiento a la carpeta de investigación y en buscar la historia completa, para dar con el autor intelectual del ataque.
Este atentado no solo me afectó a mí, pues tuve que dejar mi casa, mi municipio, vamos, ahora tengo que vivir en otro estado. Pero, también dejó a un pequeño sin su padre y a mi hermano discapacitado. Desafortunadamente, el hecho también abrió una herida en la comunidad periodística de Morelos. Pues ahora, los periodistas y comunicadores nos sentimos vulnerables y desprotegidos.
A pesar del miedo y la incertidumbre, estoy convencido de que no debemos callar. Nuestra voz es la herramienta más poderosa que tenemos para denunciar la corrupción y la impunidad.
Este atentado no logró acabar con mi vida y no me callará. Seguiré ejerciendo mi labor periodística con valentía y compromiso. No permitiré que la violencia y la intimidación nos silencien. Cuautla en algún momento logrará renacer y volverá a ser el lugar donde todos nos conocíamos, donde todos nos saludábamos, pero, sobre todo, el amado lugar donde queremos vivir, en paz y armonía. Ya lo dijo Emiliano Zapata: “Libertad, Justicia y Ley”. Hasta la próxima apreciados lectores.