De la Hacienda de San Antonio Coahuixtla solo quedan las ruinas de su casco, una especie de fortaleza abandonada en el campo que, sigue siendo bella a pesar de que se han ido sus años gloriosos.
Los frailes dominicos comenzaron su construcción en 1587. En un principio fue un rancho; con el paso de los años se convirtió en una fábrica en donde se procesaba alcohol de caña; y, luego, en una fábrica de azúcar con maquinaria alemana de primera. Fue la hacienda azucarera más grande e importante del estado durante los años del porfiriato.
En los primeros años de la Revolución mexicana, la Hacienda de Coahuixtla también fue testigo de las luchas encabezadas por Emiliano Zapata. Con este acontecimiento vino su decadencia hasta quedar en el abandono.
Este edificio histórico, en el que el tiempo ha causado estragos, ha sido locación de algunas películas filmadas desde los años setenta hasta principios de los dos mil.
La leyenda del «El Choco»
En los años más prósperos de la hacienda, había una joven trabajadora que causaba especial atención por su júbilo y belleza. Arrebataba suspiros a todos los que la veían, incluso al mismo dueño de la Hacienda de San Antonio Coahuixtla.
Ella no hacía caso a nadie, pues estaba casada. Un día, mientras se dirigía a su hogar, un hombre bien parecido se acercó a ella en su caballo negro. Se presentó como un rico hacendado, y ofreció llevarla a su casa. La guapa joven al principio se negó, pero como la noche se acercaba decidió aceptar su ayuda.
Pero cada vez que esta mujer se encontraba camino a su casa, el misterioso hombre aparecía. Sus visitas eran cada vez más frecuentes hasta que ella se enamoró de él. Como te podrás imaginar, a estas alturas, la historia no terminó bien. Un día, el jinete tomó por la fuerza a la muchacha. Y, después, no se volvió a saber nada de él.
La dejó embarazada. Con el paso del tiempo el bebé, a quien apodaban “El Choco”, comenzó a tener un comportamiento extraño. La joven decidió buscar a una madrina para bautizar a su criatura lo más pronto posible,.
El día del bautizo, alguién encontró a la madrina con el niño en brazos rumbo a la iglesia. Esa vez sería la última vez que la vieron con vida. Cuentan las malas lenguas que, el bebé, con voz de ultratumba le dijo a la mujer: «Mira madrina, ya puedo hablar; ahora tengo dientes y te voy a matar.» Ella cayó al río y fue encontrada muerta. El bebé del mal, al igual que su padre, se esfumó.
Desde ese momento, sucedieron cosas extrañas, se sentían presencias y muertes extrañas siguieron ocurriendo. Los rumores comenzaron a cobrar fuerza: aquel bebé tenía que ser el hijo del diablo.
¡Ten cuidado cuando visites estas fascinantes ruinas! Dicen que cuando caminas por esos pasillos derruidos, puedes toparte con el escalofriante “Choco”.
Con información de EL UNIVERSAL